Ensamble CEPROMUSIC del INBA interpretó en el Cenart obra interdisciplinaria en torno al negro y el silencio

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  • En esta producción dialogan a manera de reflexión la ópera, la música contemporánea y la instalación escénica
  • Participó la mezzosoprano húngara Katalin Károlyi y se llevó a cabo los días 20 y 21 de mayo, en el Teatro de las Artes

Esta oscuridad infinita, título de este espectáculo interdisciplinario en el que dialogan la ópera, la música contemporánea y la instalación escénica, fue presentado por el Ensamble del Centro de Experimentación y Producción de Música Contemporánea (CEPROMUSIC) del INBA, teniendo como invitada a la mezzosoprano húngara Katalin Károlyi, en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), los pasados sábado 20 y domingo 21 de mayo.

La obra está basada en la pieza Infinito Nero e Introduzione all’oscuro, del compositor italiano Salvatore Sciarrino, quien se inspiró en las vivencias místicas de María Magdalena de Pazzi, religiosa de principios del siglo XVII, quien provenía de una importante familia florentina.

Aunque Sciarrino recibió en 1964 algunas lecciones de composición por parte de Antony Titone y Turi Belfiore, su formación fue principalmente autodidacta. La primera audición de una de sus obras fue en 1962, durante la “Semana de la Nueva Música” de Palermo, en su natal Italia. Empezó a ser reconocido a finales de la década de los 60 por títulos como la Sonata per due pianoforti (1966) y la Berceuse per orchestra (1967-1968). Su música destaca por el uso de sonoridades aisladas, técnicas extendidas y la importancia del silencio.

Sciarrino compuso Infinito Nero entre 1997 y 1998. Los relatos afirman que ocho novicias rodeaban día y noche a María Magdalena de Pazzi: cuatro para repetir lo que ella decía, porque hablaba muy deprisa para seguirla, y otras cuatro para escribir lo repetido. Catalina de Pazzi, el nombre con el que fue bautizada, fue considerada loca probablemente a raíz de las visiones místicas que experimentaba.

Los episodios de la religiosa que fueron transcritos muestran pequeños intervalos en los que Pazzi tenía intensos lapsos de éxtasis oral, seguidos de largos periodos de silencio. Esta escisión entre la más rápida declamación y el más completo mutismo, más la transición espontánea hacia el silencio, son características de la música de Sciarrino, quien considera que el silencio no es vacío, sino el nacimiento del sonido, una experiencia de vida.

“Tal vez mi silencio es ahora más oscuro. Yo nunca me habría considerado capaz de comenzar la obra con el ritmo de la respiración. ¿Llegamos a escuchar nuestro propio corazón? Rechazo cualquier desarrollo de instrumentos, porque el oyente debería sentir las diferencias de respiración y las palpitaciones de María Magdalena de Pazzi”, afirmó en alguna ocasión el compositor.

En esta interpretación destaca la mezzosoprano húngara Katalin Károlyi, quien ha desarrollado una impecable carrera en la que ha enfatizado la colaboración con importantes ensambles especializados en música contemporánea. De igual manera, su repertorio contiene también obras de otros periodos, incluyendo música barroca y, de manera particular, piezas de compositores húngaros.

La dirección musical de este espectáculo estuvo a cargo de José Luis Castillo, mientras que en la parte visual Kay Pérez plasmó su visión estética al espacio sonoro.